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A través de bellas escenas largas y fijas, en su película “Aquí y allá'', Antonio Méndez Esparza capta a la perfección el agujero que envuelve al protagonista, Pedro, tanto en el cuerpo como en la cabeza. La película utiliza la experiencia de un padre ausente (involuntariamente), para abordar el tema universal de la familia, para representar la lucha del día a día, y para demostrar algunos de los desafíos que las dificultades económicas pueden presentar en las relaciones familiares.
Pedro, un hombre que ha estado enviando dinero a su familia desde un trabajo mal pagado en los EE. UU. durante varios años, finalmente regresa a casa. Sin embargo, cuando lo hace, se da cuenta de que el tiempo y la distancia han creado significativos problemas en su vida personal. Es como un extraño: "¡Cambio todo, apenas puedo reconocer la casa!", y tendrá que trabajar duro para volver a ganar el respeto, confianza, y amor de su familia. A lo largo de la historia, vemos a Pedro luchar para estar presente en la niñez de sus hijas y tratar de envejecer con su esposa. Se dedica a restablecer la cercanía de su familia para volver a crear momentos orgánicos.
A través de la historia, también vemos que Pedro es un hombre sencillo que no requiere mucho para estar contento: "No me gusta ser pobre, y mucho menos ser rico, simplemente me gusta ser humilde con mi gente real". Sin embargo, en la película, la audiencia puede ver las necesidades aparentemente básicas que él desea, ser completamente interrumpidas por las expectativas de la sociedad sobre los hombres y su papel en el hogar.
Sabe que como hombre del hogar debe hacer un gran sacrificio para que su familia pueda vivir una vida mejor y más estable. Pero aunque existe la expectativa de que los hombres deben ser fuertes, protectores y los únicos proveedores de la familia, la imagen de Pedro del estereotipo del macho latinoamericano tiene bastantes matices. Por ejemplo, le encanta la música (no es algo que necesariamente se considere varonil) y es bastante sensible. Todo lo que quiere es lograr realizar el sueño americano y compartirlo con su familia: “Sí me importa”, le asegura a la angustiada Teresa, “por eso quiero una vida mejor para todos ustedes”. Se esclaviza haciendo trabajos sencillos, dividiendo su tiempo libre entre su familia, y trabajando en sus propias composiciones musicales. Sin embargo, su compromiso con su familia se ve socavado e incluso mal interpretado como deseos egoístas. La audiencia rápidamente se entera de que sus hijas están resentidas con él y su esposa piensa que la está engañando. Cuando en realidad, todo lo que estaba tratando de hacer era trabajar para asegurar un futuro mejor para su familia.
Imagines vienen de escenas de la película
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